El amor que no duele: una mirada consciente hacia el corazón
Muchas veces relacionamos el amor solo con aquel sentimiento romántico que, cuando termina, nos rompe el corazón.
Es la referencia más popular que tenemos, pero ¿hemos pensado realmente cuál es el verdadero potencial del amor?
Si analizamos su impacto en el cuerpo, notamos que cuando estamos enamorados, cuando vemos a nuestros seres queridos, compartimos con amigos, o simplemente tomamos la mano de un niño y nos encontramos con su mirada, algo poderoso sucede dentro de nosotros: nuestra energía se eleva, los sentidos se agudizan y el placer de vivir se intensifica. Incluso el cansancio, la incertidumbre o el negativismo parecen disiparse cuando estamos inmersos en esa vibración producida por el amor.
El amor no rompe, el amor transforma
El amor realmente nos ayuda a expandir nuestro ser, a encontrarnos con nuestra autenticidad y nuestra esencia, así que no debería ser el causante de “romper el corazón”, como muchos le atribuyen esta característica al amor.
El amor bondadoso, generoso y sincero, no daña, quizá lo que rompe el corazón es nuestro ego que no permite soltar aquella persona que creemos que nos pertenece, aquellos momentos que permitían que expresáramos aquello que no nos habíamos atrevido a expresar y el egoísmo de pensar que la otra persona, sea quien sea, hijos, pareja, amigos, no deberían elegir estar lejos de nosotros o algo contrario a lo que nosotros deseamos.
La verdad, es que si somos conscientes que nuestra vibración impacta en todo lo que hacemos, relaciones, decisiones, postura frente a la vida, en todo, absolutamente todo, abrimos los ojos ante una realidad, y es que somos como antenas que conectan con aquello que hay dentro de nosotros.
Entonces te pregunto, ¿no sería más fácil vivir desde una vibración de amor?, conectar con aquello que nos genera placer, agrado, tranquilidad. Si tú vives desde el amor, conectas con personas y situaciones que te aportan esta paz
Cuando entiendes que las otras personas no están para dañarte, vives con mayor tranquilidad, eso ya es empezar a vivir desde el amor, si acaso no te responden un saludo, piensa simplemente que ellos también están resolviendo interiormente sus asuntos, o si se van de nuestro lado es porque están ejerciendo el derecho a elegir libremente.
El amor acepta que la otra persona es diferente, no se trata de intentar cambiarla, sino de aceptar que tiene su propia historia, no tiene que ser igual a la tuya, porque también tiene problemas, miedos, asuntos sin resolver, tiene tantos aspectos para superar como tú, así que empieza a ejercitar la compasión, no la lástima, sino la comprensión de que todos estamos en el mismo plano de aprendizajes continuos, unos van más adelante, otros más atrás, pero si nos encontramos en el camino con alguien, mira sus ojos y agradece este encuentro cada día, porque es la persona que está frente a tí para enseñarte, no todos los aprendizajes son fáciles, pero no tengas prevenciones, observa con amor cada situación, cada persona, cada minuto de la vida, y entenderás que te pertenece, y tendrá siempre su razón de ser.
Vibra en una frecuencia tan alta como puedas, esto lo logras agradeciendo, aceptando y fluyendo, haciendo parte del gran presente del que hoy haces parte. Aliméntate bien, se consciente del cuerpo que te acompaña, con el que naciste y morirás, así que cuídalo. Elige tus relaciones, valora las personas que te rodean, las que aún están y las que ya pasaron por tu vida. Cuida tus palabras, lo que escuchas y lo que ves, no es necesario que te llenes de información que te abrumará, tienes la opción de elegir disfrutar de la naturaleza, una buena conversación sin hablar mal de nadie y hablarte bien a ti mism@.
Como ves, el amor es el mejor ingrediente de la vida. Cuando hagas algo, no lo hagas solo con gusto: hazlo con amor. Transmitirás paz en tu mirada, en tus palabras, en tus gestos y en tus acciones.
Haz las cosas tan bien como puedas, tan amorosamente como lo sientas, y tan conscientemente que te permita caminar por la vida con alegría.
Vive, siente y actúa desde el amor — ahí empieza la verdadera transformación.
Amorosamente,
Paola Acevedo
